Música

domingo, 9 de febrero de 2014

No te pares

Corres sin más, sin mirar atrás. Tus pies se sienten duros y entumecidos ante el suelo que bajo ellos se encuentra. Se abren yagas, heridas, cortes y magulladuras, pero sigues adelante, sin mirar atrás.
El camino ha sido siempre duro, doloroso, tortuoso. Jamás pensaste que te encontrarías con algo así, con algo tan complicado y difícil de encajar y recorrer.
Pero lo has hecho. Tu cuerpo se resiente, tus ojos escuecen, tus piernas duelen. PERO SIGUES.
Un sendero de dolor y sufrimiento, de malas experiencias, de pedradas y zancadillas provocadas por seres inmundos que querían ver tu destrucción, cuyo placer se basa en que caigas y sufras.
El camino está manchado de tus huellas ensangrentadas, unas huellas que jamás desaparecerán. Y no miras atrás. No puedes, no eres capaz. No quieres darte la vuelta y ver lo que tu rastro ha dejado. Hay quienes se paran, cesan en su empeño y no son capaces de continuar. Pero tú sigues.
Sabes que lo que te espera no tiene por qué ser peor, que puede estar poblado de espinas más duras, de zanjas más anchas, de individuos más fríos que hacen que el significado de "maldad" quede reducido a una simple niñería.
PERO TÚ SIGUES.
Te llena ese sentimiento de curiosidad, de lucha, de que no debes rendirte JAMÁS. No sabes lo que puedes encontrarte, lo que puede presentarse ante ti, no sabes si las escaleras subirán hasta arriba, si te espera un abrazo, un premio a tu esfuerzo, una alegría o la más hermosa de las luces.
No puedes quedarte tirado en el suelo. ¿Y si hay algo que te pierdes? ¿Y si te paras justo cuando vas a subir? No te rindas, no te pares, no ceses en tu empeño y esfuerzo. Has llegado hasta aquí a pesar de lo duro que ha sido el camino, sin guía ni ayuda, con dificultades, obstáculos y gente que intentaba hacerte caer. ¡¿POR QUÉ PARAR AHORA?! ¡NO TE RINDAS, MALDITA SEA!
Piensa que al final de todo camino te espera la recompensa merecida, te espera un hombro en el que apoyarte y descansar. No eres ni serás jamás la única persona en este trayecto que sufra y deje su sangre como rastro, los jirones de tu ser. Todos los caminos han de converger y encontrarse, caminos duros y caminos fáciles. Y te prometo que, si tu camino algún día se encuentra con el mío, no te pararé, no te pondré la zancadilla. Y a partir de ese momento en que ambos caminos sean un único recorrido, no correrás con la soledad arropándote, seré yo el que te ayude a continuar, a seguir, a luchar y a correr.
No te rindas, avanza. Coge mi mano y sigue. Por duro que haya sido, merecerá la pena. No pares ahora que has llegado tan lejos. Corramos juntos. No te pares.

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