Música

domingo, 2 de noviembre de 2014

Ojalá lo sientas

Arma en mano, empuñada. Debilidad como traje diario. Estoy ante los enemigos más férreos de mi existencia. Un torbellino descontrolado y caótico de sentimientos confusos que duelen. DUELEN.

Un cariño y afecto irracional que parece algo bondadoso e inocente... si no fuera porque desemboca en actos atroces y torturas dañinas que me conducen a las puertas de la locura. De su mano viene el miedo, un miedo que no deja de temblar y zarandearme, sacudirme de una forma violenta. El miedo trae consigo una furia tan descontrolada que se adueña de mis movimientos y mis actos. Es una sensación horrible, te dejas llevar, cierras los ojos, pareces estar en un sueño lejano, distante... y cuando despiertas, compruebas que lo que has hecho no va a dejarte sin castigos o consecuencias.
Tras ello viene el lamento. La tristeza. El llanto. Es algo tan intenso que las manos tiemblan con fuerza, tu cuerpo se enfría de golpe. Es un frío que por muchas prendas con las que te arropes, siempre perdurará hasta que todo pase...

Ojalá, ojalá pudiera acabar con esas sensaciones, una por una, estocada tras estocada. Decapitar su fuerza, arrebatarles las riendas.
Ante ti me siento como un pelele débil, impulsivo, estúpido. Eso es lo que creo que piensas, es lo que creo que te imaginas cuando me miras. Que soy algo inferior, que no soy merecedor. Que soy escoria y basura a partes iguales.

Esta sensación es un recuento de la memoria, de cuando el sentimiento es tan fuerte que duele. Puede que sea esto a lo que llaman amor, pero creo que ponerle nombre es sólo reafirmar su cruel existencia.
Sólo sentí esto una vez y me costó un lustro superarlo.
Llámame exagerado, si quieres. Pero si lo haces, te diré esto: ojalá, ojalá lo sientas alguna vez en tu vida. Sólo para que compruebes por qué no quiero sentirlo nunca, nunca más.