Música

miércoles, 17 de julio de 2013

Detrás de las palabras

Hablar. Escribir. Explicar. Contar. Relatar...
... engañar...
Es sencillo aprender a articular palabras, aprender a escribirlas en un trozo de papel o un documento de ordenador. Es muy fácil dar discursos, contar historias majestuosas...
Pero tras las palabras se esconde algo más...
Muchos son aquellos que usan las palabras para sus propios intereses, aquellos que gritan discursos embaucadores, aquellos que publican cortas frases bonitas sin léxico alguno, aquellos que escriben relatos e historias que no poseen el sentimiento necesario...
¿Puedes leer tras las palabras? ¿Puedes escuchar tras los discursos?
Primero para y asimila lentamente las palabras que has leído u oído. ¿Quieren significar algo? Porque la mayoría de escritos, discursos o frases están vacías. Y las personas están ciegas.
Masas que bailan al son de una canción sin melodía alguna, una canción repetitiva con una fachada llena de promesas. Una fachada que bien puede ser la fama, el poder, la superficialidad física. Así es como muchos consiguen sus metas con palabras vacías de cualquier significado real.
Yo te pregunto, ¿eres parte de esas masas? ¿Eres capaz de leer más allá de las palabras? ¿Puedes ver la falsedad que esconden los grandes discursos de los poderosos o las frases de los más ignorantes?
Para mí no hay relatos sin sentimiento, no hay frases románticas sin haber sido escritas con verdadero amor, no hay discursos que valgan si no llevan a ningún sitio.
Y aún así son pocos los que ven la verdad tras las palabras. Son calificados de envidiosos, de traidores, de necios... Son una minoría que no debe rendirse por la presión de masas de autómatas que no saben leer de verdad.
Muchos pueden escribir. Muchos pueden hablar.
Pero pocos dicen algo.

domingo, 7 de julio de 2013

¿Humano o cordero?

Las vallas cierran el recinto en torno a tu mundo, tu comodidad, tu agradable sensación del hogar. Un hogar liderado por un pastor que sale cada día a la misma hora a alimentarte, a esquilarte, a recoger el fruto de tu esfuerzo. Te da un motivo por el que vivir, te da promesas sobre el futuro, un futuro seguro sin nada inesperado, algo programado dentro de esas vallas, dentro de ese recinto tan cómodo.
Cobarde.
Eres un cordero, un animal de ganado que se encuentra encerrado por los límites de una vida programada, una vida fácil, sencilla y carente del desconocimiento y, por lo tanto, del miedo que está ligado al mismo.
COBARDE.
¡¿Qué es la vida sin la emoción?! Los humanos exploramos, investigamos, miramos lo desconocido y, a pesar del miedo a algo inesperado, salimos en su busca, salimos del recinto para explorar más allá un mundo en el que nunca se aprende lo suficiente, en el que una vida entera es incapaz de conseguir todo el conocimiento disperso por los rincones.
¿Loco? ¿Por qué? Mira tu vida. Mira lo inútil que se ha vuelto. ¿De qué te sirve? DE NADA. ¿Libertad? JA. Me mofo de tu libertad. Piénsalo. Naciste, creciste, te educaste dentro de unos parámetros fijos, no te preocupaste por nada más. ¿Leer? Lo justo. La fantasía es temible, podrías volverte loco. Te graduaste, o tal vez no. Encontraste un trabajo, un trabajo con el que alimentarte. Decidiste encontrar pareja o seguir soltero. Decidiste tener hijos o no. Y ahora envejeces. ¿Qué has vivido? Nada. Sigues dentro de ese claustrofóbico recinto, seguro, cómodo en tu vida programada.
Investigar. Explorar. Atreverte a realizar sueños que parecen inalcanzables. Sal del recinto. Escapa de la normalidad, ignora a las ovejas más grandes que te dicen cómo seguir con tu vida, qué pagar, en qué creer...
Después de todo, ¿eres humano o cordero?