Música

lunes, 11 de mayo de 2015

Creador y creación

Cuando la descripción termina, la creación lo mira. Hermosa, deslumbrante, brillante, reluciente. Mirada vidriosa y penetrante, sonrisa típica de deidades y ángeles.
-Bienvenida al mundo.- el creador le tiende la mano, exhausto, pero realizado, sonriente.
Ella observa con detenimiento. Mira a su alrededor. Sus cabellos del más perfecto de los colores parecen levitar con cada movimiento.
-¿Me has creado?
-Te he creado. La perfección absoluta.
Se mira sus perfectas manos. Parece sacada de un sueño, pues ha sido sacada de un sueño. Coge su mano y se acerca a él, quien tiene la respiración entrecortada.
-¿Por qué me has creado?
El creador tiene la mirada confusa, los ojos observándola, escudriñándola, sorprendidos de la imprevisibilidad que no fue escrita, no fue descrita.
-No te entiendo...
Ella se separa de él, le muestra el paisaje de alrededor con las manos extendidas mientras da una vuelta sobre sí misma. Están en una habitación.
Sin puertas.
Sin ventanas.
Sin salidas o entradas.
Una habitación con las paredes adornadas por una serie de hermosos dibujos llenos de inspiración. Estanterías llenas de cuadernos que cuentan historias fantásticas y preciosas, surgidas en un mundo de ensueño.
Pero no hay luz.
-¿Cómo se sale?- pregunta la creación con una amplia sonrisa.
-Puedo crear una puerta.
-No...
Se abraza a él, esperanzada, seductora. Pero el brillo de sus ojos se ha tornado ahora malicioso, lleno de una breve maldad que no existía antes.
-Quédate conmigo... No salgas.
-Tengo que salir. Tengo cosas que hacer.
-No...- le besa dulcemente, mordiéndole el labio con picardía.- No tienes que salir.
-No... No tengo que salir.
La habitación a oscuras, la creación le mira con una sonrisa desbordante de maldad y obsesión.
-Eres mío ahora.
-Soy tuyo ahora.
Las manos son conducidas con pasmosa tranquilidad y seguridad. Parece nacido para ello, para ese momento. Los dibujos escupen su tinta en forma de dulces y duras creaciones. Los cuadernos gritan historias perfectas. No se oye nada, sólo las historias. No se ve nada, sólo las creaciones.
Y es en ese momento, haciendo acopio de sus fuerzas, el creador sale por una puerta recién imaginada y corre a toda velocidad, asustado, jadeando.
A medio camino, se para en seco y se da la vuelta.
Su más perfecta creación está tras él, mano extendida, ojos llorosos. Y eso le produce una punzada en el pecho.
-Eres mío ahora...
Él mira hacia la salida. No es una luz, es una niebla gris, sucia y maloliente. Llena de las más rastreras cualidades que nadie se ha podido imaginar.
Claro que nadie se las ha podido imaginar.
Porque son la realidad.
Por tanto, dolorido, decide volver.
Volver a esa habitación sin puertas ni ventanas.
Inundado por su imaginación y sus creaciones. Amado por ellas del modo que nadie lo había amado antes.

Y así fue como el creador fue controlado por sus creaciones.
Y así fue como el creador lloraba cada vez que volvía a la realidad.
Y así fue como el creador se rindió a su creación... y jamás volvió a asimilar la verdad.