Música

domingo, 26 de mayo de 2013

Un dulce y triste trato

Mírame a los ojos. Escudriña mi mirada... Me gustaría hacer un trato contigo. Un trato que no siga las reglas.
Juguemos.
¿A qué? A la vida. Mejor que eso. Al amor. Muchos dicen que el amor únicamente trae dolor, rencor y celos. ¿Y qué? Todos los juegos tienen riesgos que merece la pena atravesar. Entra bien profundo en mi alma a través de las oscuras ventanas que en mi rostro se encuentran.
Una dulce pena es a lo que llamo yo amor. Una pena que sabe mejor que cualquier miel y néctar dulzón. Algo que estremece mi corazón más de lo que cualquier delicia haya estremecido mi paladar jamás.
¿Merece la pena el dolor? Yo creo que sí.
¿Para qué guardar rencor? ¿Qué es el amor si no ocuparse de que aquella persona que posee tu corazón viva con la más absoluta felicidad? Pues ese es mi cometido, ¿lo entiendes? Mírame. Fíjate. Sonríe. Alégrate. Eso es lo que quiero. Así me harás feliz.
Mira entre tus manos. ¿Ves eso brillante y reluciente? Ése es mi corazón.
¿Lo quieres aplastar?
No podrás.
¿Lo quieres destrozar?
¡Inténtalo! Será imposible.
No esquives mi mirada. ¿Sabes qué es lo único necesario para destrozar esa parte de mí que posees? Que tú te tires al abismo.
¿Lo entiendes? No es tu correspondencia. No es tu amor lo que quiero. No es eso lo que me hace feliz, lo que me hace sonreír.
¿Cuál es el cometido en este juego? ¿Cuál es el objetivo?
Tu felicidad.

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