Música

miércoles, 29 de mayo de 2013

Mente rebosante

El viento fresco de primavera azota mi rostro y revuelve mi pelo. El frío entra en cada uno de los músculos de mi ser. Un frío suave que revitaliza el alma, que refresca los pensamientos.
Mi mente se puebla de recuerdos, de planes. De historias contadas y por contar. De mi día a día, de mis emociones y mis dolores. Mi tristeza y mi alegría luchan entre sí en un combate eterno en el que se turnan la victoria. Mi imaginación se desborda, pintando posibilidades remotas y cercanas, mundos fantásticos y realistas, situaciones posibles e imposibles. Mis ojos vagan por el vacío, superponiendo imágenes de mis sueños y mis fantasías encima de la realidad. Divago entre viejas fotos de mi mente color sepia rasgadas por el paso del tiempo. Fotos que me recuerdan cuán desgraciado o feliz era en uno u otro momento. Observo cada par de ojos con los que me cruzo, imaginando teorías de a dónde irán y de dónde vendrán. Pero carecen del brillo que me gustaría ver. Ese brillo de que su mente está igual de llena. Una mente a rebosar de divagaciones, imaginaciones, miedos, recuerdos, planes, paisajes, personas, amores, odios, amistades...
Porque no hay que sentirse asustado por tener una mente rebosante. Un alma que ansía inspiración, que desea creatividad. Un corazón que quiere saltar fuera, expresarse, gritar, llorar, reír, cantar...
En un trayecto tan corto, en un camino tan nimio, aunque mi cuerpo únicamente vaya a hacer recados, mi alma, mi mente y mi corazón viajan donde físicamente jamás podré. Y mis ojos brillan de inspiración.

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