Música

viernes, 31 de mayo de 2013

Hablemos

Ante ti estoy, humanidad. Cara a cara. Vamos a dejar las cosas claras. Decaíste, te degradaste y estás podrida, agonizando. ¿Tus valores? Se esfumaron, masacrados por generaciones de monstruos cuya codicia ha mucho que suprimió cualquier rastro de comportamiento humano que pudieran haber tenido en algún tiempo.
Religiones que guiaron y confundieron, cuya presencia es más que sobrante, cautivan mentes débiles y manipulables con promesas que aprovechan su cobardía frente a lo que no conocen. Y con ello, ¿qué consiguen? Nada. Critican y destrozan vidas ajenas por creencias infundadas por corruptos psicópatas. Vidas ajenas que no son de su incumbencia, pero para las cuales pretenden tener influencia.
Ideologías creadas con el fin de manipular masas y rebaños de domesticados para librar batallas y enfrentamientos que los propios líderes tienen miedo de afrontar por sí mismos. ¿Qué prometen? Nada. Únicamente la gloria de un territorio ficticio, inventado. Y los corderitos pelean para aumentar el terrotorio de sus pastores...
Pero cada uno tiene su parte, su contribución que ayuda a pudrirte más, humanidad. Todos con un caminito fijo que tienen miedo de abandonar, una vida monótona, repetitiva, que tienen miedo de cambiar. No protestan, no cambian, no imaginan, no experimentan... No piensan. ¿Ayudar a otros? Lo justo. Los problemas ajenos no les importan. La mayoría de tus integrantes han acabado con la poca empatía que les quedaba.
¿Sabes? Es imposible arreglarte o cambiarte. Siempre habrá un lastre, un peso que lo impedirá. El peso de una parte de ti que no quiere mejorar. Un conjunto de necios engañados que seguirán defendiendo fervientemente aquello indefendible que no ha hecho nada más que estorbar el progreso. ¿Se lo explicamos? Se taparán sus oídos, los cuales están tan llenos de mentiras, engaños y falsas promesas que no oirán NADA DECENTE QUE LES DIGAS.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Mente rebosante

El viento fresco de primavera azota mi rostro y revuelve mi pelo. El frío entra en cada uno de los músculos de mi ser. Un frío suave que revitaliza el alma, que refresca los pensamientos.
Mi mente se puebla de recuerdos, de planes. De historias contadas y por contar. De mi día a día, de mis emociones y mis dolores. Mi tristeza y mi alegría luchan entre sí en un combate eterno en el que se turnan la victoria. Mi imaginación se desborda, pintando posibilidades remotas y cercanas, mundos fantásticos y realistas, situaciones posibles e imposibles. Mis ojos vagan por el vacío, superponiendo imágenes de mis sueños y mis fantasías encima de la realidad. Divago entre viejas fotos de mi mente color sepia rasgadas por el paso del tiempo. Fotos que me recuerdan cuán desgraciado o feliz era en uno u otro momento. Observo cada par de ojos con los que me cruzo, imaginando teorías de a dónde irán y de dónde vendrán. Pero carecen del brillo que me gustaría ver. Ese brillo de que su mente está igual de llena. Una mente a rebosar de divagaciones, imaginaciones, miedos, recuerdos, planes, paisajes, personas, amores, odios, amistades...
Porque no hay que sentirse asustado por tener una mente rebosante. Un alma que ansía inspiración, que desea creatividad. Un corazón que quiere saltar fuera, expresarse, gritar, llorar, reír, cantar...
En un trayecto tan corto, en un camino tan nimio, aunque mi cuerpo únicamente vaya a hacer recados, mi alma, mi mente y mi corazón viajan donde físicamente jamás podré. Y mis ojos brillan de inspiración.

martes, 28 de mayo de 2013

Autobús

Los rayos del sol iluminan el interior del autobús. Poco menos de una decena de pasajeros se acomodan en los asientos. Uno habla por su móvil con la voz baja, teniendo cuidado de que su conversación no sea escuchada por ajenos. Una adolescente cargada de una mochila picotea de un par de bolsas de fritos mientras mira hacia delante con la mirada perdida, vagando en pensamientos que sólo ella conoce. Porque así son los viajes en el autobús. Todos espectantes de lo que hay fuera, tras las enormes ventanas. Todos mirando sin ver nada, sin fijarse en nada, planeando qué hacer al llegar a su destino, recordando qué hicieron antes de subir. Y el interior está sumido en el silencio, un silencio lleno de pensamientos, sueños, planes, recuerdos, esperanzas... ¿Y yo? ¿Qué hago en el autobús? Yo divago y me pregunto por las vidas de los que se sientan a su alrededor, pues cada uno tiene una historia interesante que merece ser contada.

domingo, 26 de mayo de 2013

Un dulce y triste trato

Mírame a los ojos. Escudriña mi mirada... Me gustaría hacer un trato contigo. Un trato que no siga las reglas.
Juguemos.
¿A qué? A la vida. Mejor que eso. Al amor. Muchos dicen que el amor únicamente trae dolor, rencor y celos. ¿Y qué? Todos los juegos tienen riesgos que merece la pena atravesar. Entra bien profundo en mi alma a través de las oscuras ventanas que en mi rostro se encuentran.
Una dulce pena es a lo que llamo yo amor. Una pena que sabe mejor que cualquier miel y néctar dulzón. Algo que estremece mi corazón más de lo que cualquier delicia haya estremecido mi paladar jamás.
¿Merece la pena el dolor? Yo creo que sí.
¿Para qué guardar rencor? ¿Qué es el amor si no ocuparse de que aquella persona que posee tu corazón viva con la más absoluta felicidad? Pues ese es mi cometido, ¿lo entiendes? Mírame. Fíjate. Sonríe. Alégrate. Eso es lo que quiero. Así me harás feliz.
Mira entre tus manos. ¿Ves eso brillante y reluciente? Ése es mi corazón.
¿Lo quieres aplastar?
No podrás.
¿Lo quieres destrozar?
¡Inténtalo! Será imposible.
No esquives mi mirada. ¿Sabes qué es lo único necesario para destrozar esa parte de mí que posees? Que tú te tires al abismo.
¿Lo entiendes? No es tu correspondencia. No es tu amor lo que quiero. No es eso lo que me hace feliz, lo que me hace sonreír.
¿Cuál es el cometido en este juego? ¿Cuál es el objetivo?
Tu felicidad.

sábado, 25 de mayo de 2013

Decisiones

Un paso tras otro que te hace avanzar cada vez más. Un camino oscuro e invisible. Tus pies dejan un rastro rojo de penas y lloros, de dolor y desesperación, tal y como Bécquer expresaba en sus versos. Hallas ante ti una bifurcación. Aparentemente sencilla, ¿no es así? Únicamente una elección mundana que no parece tener relación alguna con la evolución de tu fría vida. Una decisión que no parece poder sacarte de nada ni meterte en nada más allá de la tristeza que ya puebla tu alma.
Pero... no la subestimes. El camino es largo y está compuesto por pequeños desvíos.
Cualquier decisión.
Cualquier elección.
Cualquier duda.
Cualquier camino, por nimio que sea.
Puede sacarte del gran abismo en el que estás inmerso. ¿No lo sabes? Prúebalo. Yo soy testigo de ello.

Luchar

Desde que tengo uso de razón he pensado que nuestro objetivo es aquello que definen como "humanidad". Ser amables. Ser generosos. Ser tolerantes. Ser abiertos. Ser... humanos.
En algún punto del sendero, perdimos cualquier uso de la lógica. ¿Por qué? Lo desconozco.
Mira este rostro. ¿Qué ves? Un blanco. Un negro. Un latino. Un homosexual. Una mujer. Un nazi. Un rojo. Un anarquista. Un político. Un actor. Un cantante.
...
Un humano.
Mira estos colores. ¿Qué ves? Una bandera. Un símbolo por el que luchar. Algo a lo que venerar.
...
Colores. Nada más.
Mira este mapa. ¿Qué ves? Mi país. Mi patria. Mi tierra. Algo que defender. Algo que conquistar.
...
Un maldito cacho de tierra.
¿Fardáis de inteligentes? Pecáis de embusteros. Evolucionamos a partir de los animales, pero, en algún momento, hicimos algo mal. Ahora hay una mala mezcla. Una mezcla de instintos primitivos en los que defender o conquistar un territorio marcado con heces, orina y sangre está por encima de todo con un uso de inteligencia burdo y demencial en el que una alfombra, un dibujo o una estúpida combinación de colores es algo que les marca y que les vuelve completamente locos.
Matáis por papeles. Matáis por alfombras. Matáis por trozos de tierra limitados por líneas que ni siquiera existen como tales. ¿Y qué matáis? Matáis humanos.
Y por eso, en el camino de la evolución de la inteligencia y la brillantez, vosotros camináis de espaldas.

domingo, 19 de mayo de 2013

Escribir

Escribir. ¿Acto sencillo? Lo dudo...
Coge una pluma. Coge un tintero. Pon papel en la máquina. Enciende el ordenador. Abre el programa. Coge el lápiz. Coge el cuaderno.
¿Ahora escribo? No, no escribas. No de primeras. Ahora imagina. Ahora piensa. Ahora sueña. Dibuja en tus sueños. Crea, fabrica. Moldea a tu antojo. Crea paisajes, levanta montañas, rellena océanos y lagos, haz fluir ríos y corrientes. Construye fortalezas. Destrúyelas. Llénalas de musgo, telarañas y ruina o de ejércitos, reyes y esplendor. Fabrica armas, artilugios. Haz nacer personas. Personas buenas, malas, inocentes, culpables... Inventa razas, extiéndelas por tu mundo ya creado. Funda reinos, funda imperios. Invádelos. Hazlos caer. Hazlos resurgir. Crea rebeliones. Provoca guerras. Apacígualas. Tú eres el destino de cada uno de los individuos que has creado. Mátalos, sí. Pero llora por ellos. Son parte de ti, tus hijos. Tu creación. Vive cada momento que imagines. Llora, ríe, grita, enfádate. Pon todos los ánimos en ellos. Pon emoción. Pon amor y odio. Dibuja en tu mente la historia de cada uno de ellos, de cada trozo de tierra que ha sido moldeada. Escribe en tus sueños las memorias, recuérdalas, grábalas con acero latente.
¿Ya lo has hecho?
Bien.
Abre el cuaderno.
Abre los ojos...
... y deja que todas tus creaciones salgan a través de tu escritura.